me gusta mucho escribir y a veces pienso demasiado sobre ciertos temas. entonces, he querido crear este espacio para comentar mi opinión (humilde) de cosas a las que le doy vueltas, vueltas y vueltas.
últimamente siento que la vida va demasiado rápido. parece que fue ayer cuando mis amigas y yo nos fuimos cada una a estudiar a un lugar distinto. de eso trata el primer post. de la amistad.
nosotras nos hemos criado en un pequeño pueblito de Galicia y desde muy chiquitas supimos que cuando acabase el instituto, si queríamos seguir estudiando, nos teníamos que marchar de casa.
recuerdo cuando una amiga y yo fantaseábamos con irnos, salir de ese pequeño pueblito que ya nos asfixiaba. quien me diría ahora que busco cualquier fin de semana libre para poder volver.
el mes antes de marcharnos cada una a su nueva ciudad recuerdo que los días estaban llenos de melancolía, de nostalgia por pasear por “última” vez por las mismas calles que nos conocíamos ya más que de memoria. era una necesidad pasar el máximo tiempo juntas esas últimas semanas. pero, pronto llegó el momento de marcharnos.
nunca volvieron las mismas chicas a casa. todas teníamos miedo a alejarnos, de que cambiásemos tanto que no tuviésemos ni de que hablar.
los primeros reencuentros fueron duros. cada una estaba atravesando una experiencia distinta, conociendo a gente nueva, creando nuevas amistades…
todas crecimos por separado, para volver a juntarnos y aportarnos todo lo que habíamos aprendido.
estoy muy agradecida por haber tenido cerca a personas que decidieron trabajar en nuestra amistad.
porque cuando no se muestra interés, la amistad es algo insalvable. creo que nunca nos han enseñado que una amistad hay que cuidarla.
aunque nos digan una y otra vez que los amigos siempre van a estar ahí, todo tiene un límite y en las amistades es muy importante establecerlos. porque no todo lo que das lo vas a recibir de vuelta, pero, ¿cuánto estás dispuesto a dar sin recibir absolutamente nada a cambio?
el amor hacía nuestros amigos nos emborrona los límites en muchas ocasiones y debemos aprender a decir adiós a aquellas amistades que han dejado de valorarnos.
una amistad en la que solo se esfuerza una parte nunca va a terminar de funcionar.
aunque duela darse cuenta y queramos aferrarnos a los recuerdos de cuando todo era bonito, es mejor pasar a ser conocidos con recuerdos preciosos, antes de terminar haciéndose daño, por seguir intentándolo.
la gran importancia de saber decir adiós.
rodearos de gente chula que os sepa cuidar. como yo de estas mujeres:
graciñas por leerme :)
biquiños, Valu.
te quiero
qué bonito todo lo que haces :)